Triatlón psicológico

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La práctica del triatlón además de la ya conocida disciplina y adherencia a los rigurosos y extenuantes planes y sesiones de entrenamiento requiere el concurso de los recursos cognitivos y emocionales con los que contamos los humanos, pero llevados al máximo nivel de plasticidad y exigencia. Inicialmente el aprendizaje y perfeccionamiento de tres técnicas diferentes o tres gestos deportivos de gran exigencia a nivel psicomotriz demandan la comunión de cualidades psicológicas tales como el aprendizaje, memoria, atención, inteligencia, entre otras.

Sumada a esta alta carga cognitiva, su práctica a alto nivel le exige al deportista tener un alto control emocional, resiliencia, dominio de sus pensamientos, confianza en sus condiciones y capacidad para soportar o ignorar el dolor y la fatiga. Todas las características antes mencionadas son susceptibles de ser entrenadas y perfeccionadas a través de un proceso sistemático de entrenamiento psicológico, que le permitirán al atleta convertir estas características en habilidades o fortalezas cuando se logra dominio y la maestría sobre ellas.

Más allá de la importancia de entrenar las habilidades psicológicas es recomendable tener en cuenta que el establecimiento de algunas rutinas deportivas y de vida, así como la consolidación de hábitos saludables a nivel psicológico contribuirán a la práctica satisfactoria de este exigente deporte. Al respecto el primer elemento para tener en cuenta es el entrenamiento invisible. El descanso y la buena recuperación son claves para una buena salud física pero especialmente para una buena salud psicológica, pues una buena alimentación, el cumplir con las horas recomendadas de sueño, así como la implementación de hábitos de relajación y meditación mitiga la aparición de los síntomas del burnout psicológico y previenen la aparición de lesiones.

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La inclusión a las rutinas cotidianas de entrenamiento y de vida, de ejercicios de meditación tipo mindfulness (Kabat-Zinn, 1979), así como la práctica continua de técnicas de relajación como la muscular progresiva de Jacobson (1920), favorecen la aceptación de las cargas, le permiten al deportista lograr mayor consciencia sobre sus cambios fisiológicos y el efecto que estos cambios tienen sobre sus emociones.

En este sentido otro elemento a tener en cuenta, es la aceptación y disfrute de las sensaciones de  fatiga y el dolor, pues como se menciono previamente son elementos que están presentes en las sesiones de entrenamiento y competencia, es decir, que hay que aprender a convivir con estas sensaciones, pero además aprender a disfrutarlas, pues se ha demostrado que los corredores elite centran su atención en sus propias sensaciones, por ejemplo el ritmo respiratorio, sensaciones musculares, ritmo de la zancada, entre otras y así mismo en las sensaciones de fatiga y dolor. Si el objetivo es mejorar el rendimiento será importante aprender a estar más en contacto con este tipo de señales y aprender a administra la atención que se les presta, es decir, para ello en las fases iniciales del entrenamiento vale la pena hacer cambios en la orientación de la atención, ya que en ausencia de fatiga es más fácil controlar hacia a donde se dirige.

Esto se puede hacer corriendo, nadando o rodando cinco minutos llevando la atención hacia el ritmo respiratorio o al braceo o pedaleo y un minuto hacia un sonido ambiente, o se puede hacer corriendo un kilómetro prestando atención a la zancada y doscientos metros prestando atención a el paisaje u observando a los corredores que van delante.

Este cambio de percepción tendrá mayor efecto si se asocian estas sensaciones a sentimientos o emociones positivas, para ello será clave ser consciente de las sensaciones o sentimientos placenteros relacionados con la mejora del rendimiento (alegría, orgullo, entre otras). Parte de este cambio perceptual también tiene que ver con el tercer elemento clave en la búsqueda de la mejora del rendimiento, en este caso se trata de la motivación, la gasolina que orienta, mantiene y favorece la persistencia en la búsqueda de logros. Para ello será clave, el uso de la técnica de establecimiento de objetivos (Nicholls, 1989; Roberts, 2012) en especial cuando se establecen objetivos de logro o tarea, su uso metódico y disciplinado y su consecuente seguimiento se convertirán en un arma clave, en especial cuando no se logran percibir cambios o avances significativos en el rendimiento. Esta técnica tradicional de la psicología le permite al deportista focalizar sus esfuerzos en aquellas áreas que realmente requieren mejora y que le permitirán realimentarse de sus propios logros, fortaleciendo así su confianza y mejorando su consciencia sobre sus procesos.

La aplicación sistemática de estas recomendaciones tendrán efectos positivos y en especial placenteros en los practicantes de este exigente deporte, sus efectos se verán potenciados si se cuenta con la asesoría de un psicólogo del deporte, que además de ajustar estas técnicas en un plan individual de entrenamiento psicológico, tendrá en cuenta otros elementos de tipo personal y contextual que le permiten una mayor y mejor comprensión de las necesidades particulares del triatleta.

Edwin López Pérez
Psicólogo Universidad Santo Tomás
Especialista en Psicología del Deporte y el Ejercicio
Universidad el Bosque
Maestrante en Psicología
Universidad El Bosque
Coach Deportivo
ESICO

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